Amor, rabia…y la estupidez antiecologista de cierta izquierda productivista

No hay mejor ciego que quien no quiere ver y las verdades de la ecología cuentan con muchos ciegos sobrevenidos, tanto en la derecha como (aunque no lo parezca) en la izquierda política.

Ayer tarde tuve la mala suerte de encontrarme con un ejemplar en papel del fanzine Amor y Rabia en un bar de mi ciudad cuya portada destacaba el titular: ”Sembrando el pánico. La doctrina del shock del capitalismo verde. La coartada del pánico al servicio del ecocapitalismo”. Y digo mala suerte porque, si no fuera por ella ahora mismo estaría en la cama y no escribiendo por la noche como posesa para rebatir estas cosas que hacen que me hierva la sangre.

He de reconocer que me ha dejado de piedra el artículo (que no viene firmado) de esta revista que se define como radicalmente anticapitalista y anarquista. Por una parte, por el brutal antiecologismo que destila y, por otra, porque utiliza para ello los mismos argumentos que usan los negacionistas clásicos que, es bien sabido, han sido pagados por las grandes multinacionales petroleras durante décadas . Curiosa esta asociación entre el anarquismo radical y los intereses del loby petrolero.

He de reconocer que el artículo, que ocupa 17 páginas, está muy trabajado y lleno de referencias, aunque también lleno de juicios de valor, razonamientos basados en simples asociaciones de intereses, datos sesagados y también algunas mentiras. El artículo dedica una enorme cantidad de páginas a demostrar que no existe consenso científico sobre que el cambio climático es causado por el ser humano con montones de argumentos que no voy a comentar porque necesitaría decenas de páginas y no creo que sea necesario. Simplemente me voy a detener en tres detalles para que se pueda observar el tipo de razonamientos que utiliza.

En uno de los párrafos intenta demostrar que no existe relación entre el incremento de la temperatura y las emisiones de CO2 diciendo: “Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la industria produce de manera masiva bienes de consumo y uso, y por tanto hay mas emisiones de CO2, las temperaturas bajan. Y es solo cuando, a finales de la decada de los 70, precisamente cuando tras la crisis del petroleo los paises mas desarrollados inician procesos  de desindustrializacion y el consumo se contrae, la temperatura global vuelve a subir”.

No se si hace falta explicar lo ridiculo que es este razonamiento. A poco que se sepa de dinámica atmosférica resulta evidente que los efectos del CO2 en la atmosfera tardan decadas o incluso siglos en ser transformados en aumentos de temperatura. El hecho de que durante unos pocos años de guerra o de crisis aumenten o disminuyan las emisiones ¡no tiene relacion con las temperaturas justamente de ese año o los dos o tres siguientes!

Otro de los trucos que utiliza, con apariencia de seriedad científica, es argumentar que las temperaturas más altas registradas en España o en el mundo no han sido los máximos de los últimos años sino algunos valores puntuales conseguidos en otras décadas. Estos datos son correctos, pero el análisis que usa es anecdótico y parcial, porque evita hablar de algo mucho más relevante y bien conocido: que el aumento de temperatura media sí es muy obvio y es una medida mucho más adecuada que las máximas puntuales.

También critica los estudios de Los Límites del Crecimiento, pero de una forma escandalosamente superficial, ya que se contenta con argumentar que son malthusianos y Malthus era un personaje puritano y odioso, y que buscaban reducir la población de los países pobres para disminuir su potencial demografico frente al de los ricos (argumentos que, como se puede ver,  van al fondo (sic) de los datos científicos y las dinámicas del problema).

De todas formas, no me voy a molestar en rebatir todos los argumentos que intentan demostar que el cambio climatico no es antropogénico o que el petroleo es abundantisimo, porque me parece inútil e irrelevante. Si la crisis ecologica sólo fuera cuestion de cambio climático y pico del petróleo podriamos dedicarnos a discutir en interminables debates, pero la crisis ecologica se evidencia en muchos otros fenónenos muy constatables que son, claramente efecto de la acción humana.

El lamentable estado de las pesquerías, la hecatombe de las abejas, anfibios e insectos, la alarmante pérdida de suelo fértil debida a la agricultura de insumos químicos, la brutal pérdida de biodiversidad, el retroceso de los bosques, la eutrofización de los ríos, la contaminación de plásticos, metales pesados, contaminantes orgánicos persistentes y residuos radioactivos y un largo etcétera, son todos ellas síntomas del choque de las actividades humanas contra los límites del planeta que no requieren ya más consenso científico.

De todos estos obvios choques contra los límites del planeta, los unicas que reconoce el articulo –de forma incoherente, porque no se explica que estos dos le interesen tanto mientras los otros le parecen despreciables—son los residuos radioactivos y el fracking. Son las únicas amenazas ambientales que le preocupan porque están causadas por la negativa a usar el petroleo, carbon y gas convencionales (que, al parecer, no sólo son enormemente abundantes sino que no tienen ninguna consecuencia ambiental aparte de sus emisiones de CO2) y, si no se consumen más es sólo por los intereses de gobiernos como el de Margaret Thatcher o EEUU que manipulan el miedo al cambio climático y la estupidez ecologista de los ciudadanos.

Si la crisis ecológica no fuera tan evidente que un simple paseo por el campo la pusiera de relieve, podriamos perder el tiempo discutiendo estos argumentos, pero me temo que no hace falta. Es evidente que quien no quiere ver siempre encuentra vendas suficientes para taparse los ojos entre los miles de argumentos y datos que son tan abundamente en esta era de la sobreinformación.

Pero…¿por qué esta izquierda anticapitalista y anarquista no quiere ver la obvia y omnipresente crisis ambiental y critica con tanta saña todo el ecologismo? Su argumento principal es un juicio de valor: el cambio climático y la crisis ecológica, argumentan, son una argucia del capitalismo para hacer que los paises pobres no se desarrollen, no crezcan ni tengan hijos y que los ciudadanos de los países ricos compren tecnologías “verdes” más caras.

Yo creo que el motivo que subyace es otro. Así como la derecha no quiere ver la crisis ecológica porque está interesada en que sus negocios sigan creciendo, la izquierda productivista no está interesada en ver la crisis ecológica porque quiere seguir creyendo que el único enemigo es el capital y el único problema es la lucha de clases. Es mucho más sencillo seguir anclados en los esquemas clásicos del siglo XIX en los que el problema se reducía a que el capital era el explotador y la clase obrera la explotada y no ver que el mundo ha cambiado bastante desde entonces.

Requiere buenas dosis de humildad reconocer que la propia clase obrera se convierte en explotadora cuando se relaciona con la naturaleza expoliada por siglos de productivismo. Requiere buenas dosis de imaginación pensar en cómo seguir defendiendo la igualdad y la libertad en un mundo que tiene cada vez menos recursos con los que satisfacer los anhelos de bienestar y justicia de la clase trabajadora, cosa que hace todavía más difícil, si cabe, la lucha de clases.

Pero hay una cosa muy interesante que se dice en el artículo y es una lástima que se resuelva con el simplismo de argumentar que los ecologistas son traidores a la clase obrera. En el apartado 6 se habla del conflicto entre la izquierda productivista clásica defendida por PSOE y el bloque del BNG, las Mareas, Podemos e IU frente a la actividad de la papelena ENCE en Pontevedra. Argumenta que la izquierda clasica defendía a los trabajadores y la industria mientras la que llama pseudoizquierda ecologista critica a esta fábrica por sus emisiones de gases de efecto invernadero y, en un arrebato antindustrialista y decrecentista, pide su cierre.

Con este ejemplo, el artículo pone el dedo en la llaga del principal problema, no sólo del ecologismo o de la izquierda, sino también del capitalismo y de la economía en general. Porque ENCE no es sólo una empresa criticable por sus emisiones de gases de efecto invernadero sino también por ser la responsable de la expansión de eucalipto en la Cornisa Cantábrica y Atlántica de España y Portugal.

La expansión del eucalipto es el típico problema del pan para hoy hambre para mañana de la degradación ecológica. El eucalipto, a un plazo no tan largo como pensamos, erosiona los suelos y deja la tierra inservible para los usos tradicionales ganaderos, además de destruir los usos tradicionales del bosque atlántico y eliminar la función reguladora del clima que los bosques de frondosa tienen (como el autor o autora también desprecia la hipótesis Gaia y los mecanismos reguladores del clima de los bosques, que cada vez están más demostrados científicamente, no se preocupa de la desaparción de los bosques).

Defender el eucalipto y a la empresa papelera es una postura válida para apoyar la industria y los puestos de trabajo sólo si se es un poco miope y sólo se ve el corto plazo. Porque el eucalipto, a largo y medio plazo, es el destrozo de los puestos de trabajo asociados tanto al papel como a la ganadería y la extraccion sostenible de madera y otros frutos. Esta industria que es claramente extractivista, es decir, que produce por encima de las capacidades de regeneración de la base natural sobre la que se sustenta, y no deberían ser defendida por  quienes dicen defender la industria y el empleo si mirasen un poco más allá de sus orejeras cortoplacistas.

En el siglo XX se podían obviar las consecuencias ambientales de este tipo de industrias extractivistas que, a medio y largo plazo, destruyen su base productiva, pero en el siglo XXI todas esas realimentaciones y esas consecuencias ambientales negativas para la propia industria y el empleo están empezando a pasar, del largo, al medio o incluso al corto plazo. Ya estamos viendo que el abuso de la agricultura industrial está destruyendo los puestos de trabajo del turismo del Mar Menor o que la sobrepesca está arruinando la industria pesquera ¿cuánto tendremos que esperar para ver que el eucaliptus ha destruido los puestos de trabajo del campo gallego?

La izquierda no puede seguir pensando igual que en el siglo XIX, defendiendo una industrialización que hace depender los puestos de trabajo del crecimiento y el expolio medioambiental. El gran reto de la izquierda, de la derecha y de la sociedad en general de este siglo, consiste en darse cuenta de que la economía está basada en la ecología y no podemos defender el empleo ni el crecimiento económico si éste no pasa, también, por el bienestar y la sostenibilidad de la base natural en la que se basa, no sólo nuestra vida, sino también nuestra economía, nuestro empleo y la propia producción industrial.

Pero imagino que es pedir demasiada imaginación hilar tan fino y mirar tan a largo plazo y es mucho más sencillo tachar de new age a la izquierda sensible a los problemas ecológicos y llamarla pseudoizquierda. Requiere bastante trabajo y muchas horas de paciente estudio enfrentarse a la insostenibilidad de la industria e intentar poner los limites para decidir cuánto, cómo y a qué ritmos podemos producir, consumir y extraer.

El capitalismo es capaz de adaptarse a cualquier cosa y ciertamente, sorprende que se dé tanto bombo y platillo al cambio climático y es bastante razonable sospechar que está escondiendo el deseo de vendernos coches eléctricos, paneles solares y molinos eólicos. Pero el hecho de que el capitalismo sea capaz de aprovechar con tanto cinismo este problema no significa que el problema no sea real, grave y también que tenga solución si nos dedicamos a resolverlo en lugar de a negarlo.

Me pregunto qué se escone detras de estos ataques furibundos del izquierdismo antisistema al ecologismo. Quiza haya algo más que la comodidad y el deseo de no ver la realidad. Quizá estén también detrás la influencia rusa. Rusia es uno de los pocos países que puede verse beneficiado por el cambio climático, está muy interesado en vender gas natural y petróleo  y muy poco interesado en el fracking y la energía nuclear, además de ser abiertamente opuesta al mundo gay y al control de la natalidad.

Esperemos que el mundo de la izquierda radical y el anarquismo sepa tener debates en torno al ecologismo que no caigan en razonamientos tan burdos y maniqueos como el de este artículo. Porque el problema de aunar la justicia social y la sostenibilidad ecológica no es sencillo y el conflicto sólo puede resolverse con buenas dosis de compromiso y equilibrio. Las soluciones a corto plazo al  problema ecológico son, en muchas ocasiones, nefastas para el problema social y viceversa. Pero negar la realidad y sentirse capaz de ignorar las leyes de la física por el hecho de que son contrarias a la lucha de clases no es una postura muy sensata y sólo puede llevar al descrédito y al fracaso de quienes la defienden.

15 Respuestas a “Amor, rabia…y la estupidez antiecologista de cierta izquierda productivista

  1. Por suerte, creo que te has topado con una postura absolutamente minoritaria (me atrevería a pensar que, de hecho, de una sola persona, la que ha escrito ese texto anónimo), incluso entre la minoritaria izquierda anarquista. Por tanto no creo que debas dirigir tu indignación contra ella sino contra el señor o señora que ha escrito semejante engendro.

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    • No estoy tan segura como tú de eso, Manuel. Yo estoy un poco alucinada últimamente de lo que escucho de gente muy antisistema. El paripé que se está montando en torno al cambio climático y el capitalismo verde está haciendo que mucha gente crítica se rebote. Lo malo es que se rebotan sin matices, contra todo, contra el ecologismo en general.

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  2. Yo si que recibo la impresión de una pulsión, de un sentimiento de prevención contra los burgueses ecologetas. Por parte de una izquierda situada más allá del bien y del mal, necesitada de la existencia del gran capital como eje axial para su gestión de la realidad. Y se trata de un grupo social que asume el crecimiento económico como motivo central para su lucha eterna y futura victoria de clase. Un lugar ideológico preñado de popes, imbuido en una jerarquización patriarcal (que rezuma por los cuatro costados) y absolutamente conforme, orgulloso y henchido de razón. De una razón sin discusión en la que los sistemas ecológicos que nos sostienen no lo hacen para los obreros, sino para los de otras clases sociales que salen a pasear al campo. Patético. Pestilente. ¿Quién quiere ser verde?

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  3. Sí, reacción primaria: si soy antisistema y el sistema mercantiliza el ecologismo, pues tengo que ser antiecologista … y estas reacciones sólo se curan haciendo que accedan a información veraz … pero, ¿cómo conseguir que esta gente nos escuche y lea? ¿cómo llamar su atención? Algo hay que hacer, porque no podemos no contar con ellos …

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  4. A mí esto me suena a propaganda procedente, más o menos directamente, de Rusia. Aunque el establisment de la Federación Rusa dista mucho de ser de izquierda, su aparato de propaganda apoya tanto grupos de extrema derecha como de extrema izquierda, según le convenga. En todo caso, dado que es una potencia en combustibles fósiles, busca grupos que defiendan sus intereses, sean estos de izquierda, de derecha o de medio centro.

    Debo aclarar que en general considero que se exagera mucho el papel de la «intromisión» rusa en casos como la elección de Trump o del Brexit, para no hablar del caso catalán donde las acusaciones son ridículas. Pero esto no quiere decir que los rusos no tengan su programa de propaganda, que lo tienen, y el blog VÓRTICE INMEDIAÍSTA bebe sin duda de dicha propaganda.

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  5. Cómo bien ha dicho, no hay que reducir la crisis ambiental mundial solo al cambio climático, es más complejo y diverso el número de problemas por culpa de la mano humana, pero, también hay que reconocer de la manipulación que se está haciendo de ello. Son los organismos internacionales quienes nos lo simplifican al cambio climático por culpa de las emisiones del CO2, un único problema una única solución, reducir tales emisiones. Y no es así, hay más.

    Con el Nuevo Pacto Verde lo que se pretende es que los gobiernos inyecten grandes cantidades de dinero para una nueva reconversión industrial a los verdaderos responsables de tales emisiones. Dinero que saldrá de recortes sociales. Para justificarlo se sirve del discurso por el bien del planeta, para que los más débiles paguemos los platos rotos.

    No es nuevo que se sirvan de bellas causas por otros inteteses más egoístas. La lucha de clases es consecuencia de las desigualdad de riqueza y poder en nuestras sociedades, y no la causa.

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    • Correcto. Pero lo que debemos hacer no es, precisamente, negar el cambio climático, sino aprovecharnos del ruido que están haciendo para apuntar a la verdadera solución: el fin de la economía del crecimiento y la sustitución del capitalismo.

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      • El fin del capitalismo supondría su verdadera sustitución por un mundo más justo, y eso es la lucha de clases. El capitalismo verde capitalismo es. Aceptar o no el cambio climático es insuficiente.

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      • Bueno…¡ojala! el fin del capitalismo puede hacer que se sustituya por algo peor como un neofeudalismo o un ecofascismo o incluso un «carbonfascismo» desastre continuado. Cierto que aceptar el cambio climático no es suficiente, pero es necesario. Necesario no es lo mismo que suficiente.

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  6. El feudalismo se desarrolló paralelo al surgimiento de las ciudades medievales. El capitalismo es la mercantilización de la economía y la naturaleza. Economía de mercado y capitalismo son sinónimos. El fascismo fue utilizado por el capitalismo para frenar el comunismo. Los males de nuestro medio ambiente son obra del capitalismo. Lo que originó el problema no puede ser ls solución.

    ¡Ójala!, que con el fin del capitalismo volvamos a los bosques, y para ello hay que recuperarlos. Gran idea es la Gran Bellotada, la cual prefiero a salir a protestar detrás de una niña.

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    • La cuestión es que la solución no ha de ser costeada por los más débiles, la gente de a pie, los pobres, la clase obrera, etc. (o como se quiera nombrar), que paguemos la futura transición energética para liberarnos del petróleo. A lo largo de la historia hay ejemplos. Ya que pasaremos por recortes sociales porque los Estados lo financian, y los verdaderos responsables, que son los que de verdad contaminan la mayor parte y destruyen nuestro patrimonio natural, serán los beneficiados (o por lo menos no tendrán muchas pérdidas). Las multinacionales y grandes corporaciones son las culpables y no los de abajo. Con el discurso ecologista dominante solo se consigue que la responsabilidad se difumine, y el ecologismo tiene que recuperar sus verdaderas raíces anticapitalistas. La solución no está dentro del capitalismo, aunque sea ‘verde’.

      Y además, colaboro, también, con la gente de AMOR Y RABIA (y coincido con usted que el artículo en cuestión tampoco me gusta ni comparto, lo que me llevo varias discusiones y algún disgusto), pero, tampoco está justificado acusarles de estar relacionados con las petroleras (o estar al servicio de Rusia). Ese no es el camino, la pelea no ha de ser entre nosotros.

      La ‘comunidad científica’ no es un concilio de sabios poseedores de verdades absolutas. En Ciencia se debate y se aporta datos o modelos teóricos, no hay consenso. Muchas teorías hoy aceptadas, mañana pueden ser rechazadas. Hay que saber ser excéptico. Sino, ¿por qué esa ‘comunidad científica’ se resiste a cambiar de paradigma científico y segir manteniendo la fe en la selección natural como factor de la evolución biológica? La misma, que en su momento, denigró a Lamarck, por ejemplo. O que no acepta la Teoría de Gaia Orgánica de su colega.

      Han convertido el calentamiento global en un cajón de sastre en el que todo cuenta, y lo ‘necesario’ es tener en cuenta la complejidad de la crisis ambiental mundial, donde el cambio climático es parte del todo.

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      • Amor y Rabia debería tener un poco más cuidado con este tipo de artículos. El que nos estén intentando vender el capitalismo verde o que la crisis energética y ecológica esté cayendo sobre las espaldas de los más débiles no quiere decir que tengamos permiso para que nuestra rabia nos lleve a negar la evidencia.
        Es cierto que el discurso anti-consumista está pasando de moda porque cada vez hay más gente que no puede optar por el consumismo. Pero lo que tenemos son pobres que, a pesar de no cubrir sus necesidades básicas, gastan una cantidad de recursos enormes. Eso si es importante, el que hemos hecho una sociedad demencial, absolutamente ineficiente. Pero no es cuestion de culpas, ni de dejar de satisfacer las necesidades basicas, sino de aprender a hacerlo de otra manera, no solo los individuos, sino la sociedad y todos sus perversos mecanismos.

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  7. Y, por otra parte, consume más recursos un europeo o un norteamericano que varios africanos o latinoamericanos pobres. Ya estamos otra vez responsabilizando a los pobres, que lucha de clases y ecologismo no están reñidos, van de la mano. Que la crisis ambiental la paguen los verdaderos responsables, que no son los pobres.

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